2 de agosto de 1970. Mi primer rappel y mi primera escalada

Dos de los mejores escaladores de aquel grupo de leoneses que iniciamos el Club Alpino Leonés me cogieron este domingo de la mano y me dijeron que ya era hora de aprender a hacer un rappel, porque antes de escalar era necesario conocer como bajar de una pared. Ramón Oblanca Barreales "Ramonín" y Filadelfo Pérez Herrero "Cojoncio" fueron los bautizadores.
Yo pensé que lo haríamos en un lugar facilito y asegurado por si me caía, pero cual fue mi sorpresa cuando nos dirigimos al final de las Hoces de Vegacervera y empezamos a subir en dirección a una profunda chimenea que se ve a media pared. Hicimos tres largos de cuerda, atados al pecho y, según subía mi inquietud aumentaba sobre como bajaría yo de allí. Al llegar al final del tercer largo, cuando la chimenea ya se tumbaba, decidieron que ya era hora de bajar Bajó uno de ellos para decirme como se hacía. Al terminar, el otro me colocó la cuerda alrededor del cuerpo, en lo que más tarde supe que era la llamada técnica Dülfer. El primer largo que rappelamos no era muy vertical y no lo llevé muy mal, pero el segundo era una chimenes muy vertical y profunda (por la que habíamos subido) y no se cabía para bajar por su interior, por lo que no quedaba otro remedio que bajar con el cuerpo totalmente coldado por fuera de la chimenea, las piernas muy abiertas y un pié en cada uno de los lados de la chimenea. El suelo se veía muy, muy abajo y yo tenía la adrenalina a tope. El tercer rappel ya pareció bajar andando. Otro centenar de metros hasta el suelo, destrepando. Así, sin querer, fue mi primera escalada y mi primer rappel.

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