El domingo en la tarde se va el gran grupo de montañeros y nos quedamos Toño Torío, Isidoro y yo que participaríamos como pinches en la reparación del tejado del refugio que empezaría el lunes. Se habían subido los materiales (tablas, plomo, clavos, cemento...) por los montañeros leoneses en los dos últimos años en excursiones organizados por la Federación Leonesa de Montañismo.
Foto Vicente García
El encargado de la obra era Quico Casado, el eterno guarda del refugio. Los operarios fueron dos pizarristas gallegos que estaban haciendo la mili en León y a los que se consiguió un permiso especial para trabajar en el refugio. La dureza del camino, no esperada por ellos que pensaban trabajar en las afueras de un pueblo y las condiciones del lugar hizo que prometieran solemnemente no volver jamás a ese lugar.
Levantamos las pizarras del tejado, colocamos una fila completa de tablas cubriendo las anteriores, se cambiaron los plomos de la cimera y esquinas y se volvieron a colocar las pizarras.
Foto Vicente García
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